LA MALICIOSA




PR-AV 17


PLATAFORMA DE GREDOS


      Es la denominación del sendero que se inicia en la llamada plataforma de Gredos hasta la laguna grande. Las siglas PR significan qué es un sendero de pequeño recorrido se identifica con los colores blanco y amarillo. Para el código territorial en este caso AV, se utiliza el antiguo sistema de matriculación. El numeral (17) correspondiente pertenece ponerlo a la Federación autonómica o Territorial correspondiente. Está situado en el Parque Regional de Gredos, así declarado en el 1996, pertenece  a la Red de Espacios Naturales de Castilla y León. Tiene un recorrido de 7 km, a Víctor le saldrían en su reloj 14,5 aproximadamente, ida y vuelta. El tiempo estimado es de 5 horas.
     Con todas estas premisas iniciamos el recorrido desde el aparcamiento Decatlón. Víctor, Juan, Julio y el que suscribe. Una vez imposibilitados de acudir a la cita, Alberto Canales por haber sufrido un accidente laboral y Juan Carlos por "amor al trabajo", las prisas en los plazos de entrega le hacían no poder librar el sábado.
     Juanillo ya estaba aparcado cuándo a la par llegamos, los parleños y el del más allá,  con cinco minutos de retraso. En nada colocamos los bártulos en el maletero de mi coche y a la N-V.
     Decidimos ir a desayunar al mismo restaurante dónde habíamos reservado mesa, así confirmábamos el número de comensales para comer.
     El camino resultó corto, más cuando nos desviados de la general (Km. 123) y pudimos apreciar el paisaje, con calzada romana incluida, el valle,  el puerto del Pico. Debimos sortear algún grupo de vacas, además de ligeras paradas para que nos dejaran pasar los caballos. Había bastantes y buscando en Internet por la zona, encontré una asociación de ayuda a los caballos, bien pudiera ser esa la causa de tal agrupación de rocinantes.
     Sorpresa, cuando llegamos a Hoyos del Espino, el restaurante cerrado. Entramos en la cafetería de al lado, café y bizcocho fue el desayuno. Vuelta al coche,  doce kilómetros hasta el aparcamiento, escasamente trescientos metros andados y desvío a la derecha, por donde está el monumento a la cabra Montesa. Parada para pagar 3€ y que nos dieran acceso para llegar al aparcamiento.
     Dejar lo prescindible, embadurnándonos de crema solar, coger lo necesario y emprender la marcha fue todo muy rápido. Faltaban cinco minutos para las nueve.  




     Empezamos subiendo una cuesta empedrada, al final de la misma un camino a la derecha nos lleva hasta el Prado de las Pozas, donde al oeste otro sendero nos lleva a un puente de cemento, que cruza el río Pozas. Continuando por dicho camino se deja a la izquierda la Pared Negra y se llega a la fuente de los Cavadores. Agua no potable, reza un cartel.  

                                      

A la derecha vemos un gran valle. El paisaje es completamente diferente a la Sierra madrileña, aquí no hay un solo árbol. En invierno con aire y frío debe de ser terrible. Nos llama la atención la proximidad las cabras montesas y no préstamos atención a la vegetación, aunque hay bastantes lagartijas.
     En esta época según un cartel anunciador en el restaurante, había jornadas sobre el piorno. ¿Qué es el Piorno? Se trata de una llamativa flor de color intenso amarillo que florece a lo largo y ancho de esta sierra a últimos de Mayo y principios de Junio. 

                         
     Llegamos a lo que parece la cota más alta a la que vamos a llegar, se llama Alto de los Barrerones, los cálculos de Víctor pasaban porque desde esa cota veríamos la Laguna grande. No sería así. Era el Circo de Gredos.
                                                                                                         
                                          
Hay un gran panel dónde queda explicado sobre una foto todos los nombres que se dan a las diferentes irregularidades del terreno.  Destaca cómo es obvio el pico Almanzor con sus 2592 metros sobre el nivel del mar, siendo la altura más importante del Sistema Central Español. Podemos también significar los riscos del Glute, la Garona y el Portillo del pluviómetro. Una vez a vernos fotografiado con una cabra Montesa, mayor, seguimos nuestro caminar en busca de la Laguna grande, ahora el terreno es hacia abajo. Los excrementos de caballo jalonan la senda,  nos encontramos una fuente con agua natural, parece bebible pero no lo hacemos. El ancho de la vía no permite ir en grupo vamos en fila, el orden va en función del caballaje de cada uno, mientras unos utilizan queroseno otros llevamos carburante diésel. No sabría precisar con precisión a cuántos minutos desde que iniciamos la pendiente pudimos ver la laguna. Hasta que llegamos a ras del agua si pasaría fácilmente cuarto de hora. Un panel publicitario a mano izquierda hacía ver las bondades de las bebidas frías. Dicho lo cual llegaríamos hasta el refugio. Cruzaríamos el pequeño cauce que alimenta la laguna por las piedras. De vuelta lo haríamos por un estrecho puente previsto para cuándo el cauce llevé más caudal. Y ahí estaban tres caballos durmiendo a pata suelta, descansando por ser el transporte de todas las viandas y demás enseres que necesita el Refugio. 
     Encontraríamos la puerta de la cocina por dónde nos sirvieron tres botes de cerveza a razón de 3,5€ la unidad, pagas como es obvio el transporte desde tan lejos y a lomos de los caballos. Solicite sí nos podían vender una barra, nos obsequiaron con 4 rebanadas de pan de pueblo, incomible. Mira que a mí me gusta el pan, tenía por lo menos una antigüedad de 7 días. 
                          



Una vez tomado un tentempié iniciamos la vuelta. Sin duda alguna nos cruzamos con muchísima más gente que en el transcurso de la ida. Tan pronto te encontrabas con un crío de apenas un par de años qué con personas que hacía algún lustro que dejaron las labores profesionales.
     El primer tramo hasta la fuente creo que lo hicimos en menos tiempo o esa era me apreciación. El tramo hasta la planicie de los barrerones se hizo más costoso. Parecía el metro en hora punta de la cantidad de gente que había para sacar fotos en ese mirador. Era un continuo trasiego de gente en sentido contrario al nuestro, en nada se parecía a la ida.  Había alguna que otra persona que preguntaba si se quedaba mucho, difícil respuesta sin saber el objetivo. El tramo se hizo suave hasta los últimos 400 o 500 metros, donde llegamos a la zona empedrada del inicio. El cansancio y el tener que retenerte para no coger carrerilla hicieron que notásemos molestias en los dedos gordos de los pies, propios de la holgura entre el pie y la bota. Acabaríamos la ruta sobre las dos y media aproximadamente.
     Habida cuenta de que el aparcamiento estaba completo, los que no entraron utilizaron los márgenes de la carretera para estacionar.
     Nos cambiamos de ropa, también de calzado, mi camiseta estaba completamente mojada por la espalda, no creo haber sudado tanto nunca.
     El sol ya era de justicia. A menos cuarto las tres, estábamos en el restaurante. Pequeño, cuco y con temperatura agradable.
     Decidimos pasar del menú y elegimos unos entrantes (ensalada de queso de cabra, patatas revolconas con torreznos y unas cocretas. De segundo chuletón de Ávila para los cuatro. 




El comentario de la camarera se hizo real al final de la comida, habíamos pedido mucho y solo Juan se comió todo el chuletón, al resto nos fue imposible acabarlo. Vino de la Tierra y agua de bebida.
Para finalizar, helado, café y algún que otro chupito. Mis queridos colegas me quitaron la cartera, no estaban por la labor de que pagará. Al final no lo hice y los más de 130€ fueron  sufragado por ellos tres.















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POETAS 
ALEMANES
18 de Febrero del 2017. Sábado
     Dos meses prácticamente hacia que no volvíamos a la sierra. Exactamente lo hacíamos el 19 de Noviembre. El grupo de ases, hoy estaba formado por Julio, Víctor, Juan Carlos y un servidor. La preparación de esta salida no estuvo salpicada de dudas, cuando?, a donde?, etc. Fue dicho y hecho. A mediados de semana se propone y zas, a disfrutar de la naturaleza madrileña.
     El Jefe Sherpa nos tenía preparada una ruta suave, tranquila y con vistas de lujo.
     En el transcurso de la semana las previsiones eran poco optimistas, emporaría el tiempo en toda España. Pero el sábado nos deparó un día esplendido para poder disfrutar de la mañana. Cuatro grados marcaba mi coche a las siete de la mañana, cuando esperaba a Juan Carlos en el aparcamiento del parque oeste. A las ocho menos cuarto habíamos quedado en el bar de la gasolinera, de la N-601, con Julio y Víctor. Ya estaban degustando unas tostadas cuando nos unimos a ellos. No podían faltar tampoco miembros de la seguridad del Estado, hoy solo Guardia Civil.
     Caravana de vehículos a motor, camino de Navacerrada, nos duro poco porque nos desviamos hacia Cercedilla, M-614 y M-622, para tomar la carretera de las Dehesas, que te lleva al hospital de la Fuenfría y a Casa Cirilo, donde aparcaríamos como es habitual cuando la ruta empieza por esa zona.
     El comienzo de la ruta es el mismo que cuando fuimos al Montón de Trigo, subimos por el asfalto dejando los aparcamientos a nuestra derecha, prácticamente vacios, en uno de ellos solo lo ocupaban un  par de caravanas. Entramos de lleno en la calzada romana, cuando pasaban pocos minutos de las 8:30 horas. El silencio solo se rompía con el sonido de los arboles en su cimbrear al ser rozados por Eolo. El tramo hasta la puerta metálica es empinado, con un suelo sin dificultades que se hace sencillo.
     El primer objetivo una vez que iniciamos la marcha era ver la ducha de los alemanes. Es una salto de agua de unos dos metros de altura en el arroyo de la Navazuela. Su nombre proviene de los primeros visitantes de la sierra, tomaban sé una ducha bajo esta pequeña cascada y parece ser que eran alemanes o de origen alemán. Antiguamente se llamaba Chorro del Árbol Viejo, por un viejo tejo que sigue creciendo junto a ella.






                       
Una vez pasado el pequeño puente, desde donde se veía perfectamente la cascada, giramos a la izquierda y subimos un pequeño desnivel desde donde la sensación invitaba a bajar al agua, para estar mas cerca del salto del agua. La bajada parecía complicada y solo bajo Víctor, podíamos haberlo hecho por otro lado pero no lo hicimos, volvimos al puente y seguimos hacia los miradores con el arroyo a nuestra derecha. Eran las nueve y veinticuatro minutos cuando la ruta empezó a elevarse sin que la pendiente fuera excesiva, por la carretera de la República, haciendo de la subida un paseo agradable. A mitad de camino ruido de sirena, que precedía a la llegada a nuestra altura de una furgoneta de bomberos, con un rotulo visible que lo definía, Rescate de accidentes. Pasó camino de cotas más altas. Más tarde oiríamos el sonido característico de un helicóptero. 6000 € le costará la broma al accidentado si ha cometido alguna negligencia.
     Cuentan que la historia de estos miradores es curiosa. En un principio se pretendía llamar la atención sobre la importancia de cuidar y proteger la Sierra de Guadarrama. Con este objetivo, en 1984 se realizó la ruta conocida como del “Aurrulaque” a la pradera de Navarrulaque, donde se leyó el conocido como Manifiesto en defensa de la Sierra de Guadarrama. Tras la muerte ese año del poeta y premio Nobel Vicente Aleixandre, en su honor se pensó en otorgarle el nombre a un mirador. El Mirador de Vicente Aleixandre fue terminado ese mismo año y en una de las rocas se puede leer uno de sus poemas:
“Sobre está cima solitaria os miro
campos que nunca volveréis por mis ojos
Piedra de sol inmensa, eterno mundo
y el ruiseñor tan débil que en su borde lo hechiza.”.







Nosotros antes de llegar a este  mirador nos desviamos ligeramente antes para ver el Mirador de Luis Rosales. Recibiría el nombre en 1986, en honor a los 25 años de residencia en la localidad de Cercedilla, es llamado Mirador-Posada de Luis Rosales, ya que el autor quería que fuese un lugar en el que poder meditar y admirar el paisaje.






Desde este mirador las vistas son esplendidas, destacando el valle de Cuelgamuros. Como se puede ver en la foto, en una piedra hay inscrito un poema de Luis Rosales.
Las noches de Cercedilla
las llevo en mi soledad y
son ya la última linde
que yo quisiera mirar.









Además del disfrute visual, se puede disfrutar digamos del libro de visitas que tiene guardado en el interior de una especie de caja fuerte en una de la piedras. Abres su puerta y te encuentras además del citado "libro", otros más de poemas, papeles sueltos con frases para el recuerdo o dando fe de la presencia en la zona. Juan Carlos los deleito leyendo algunos mensajes, frases y algún que otro poema. 







Eran las diez y media cuando dejamos los miradores, volvimos a la carretera donde ya habia ciclistas bien equipados disfrutando tambien de la mañana.
     La siguiente paradiña, sería en el reloj solar de Cela. No hay mucha distancia supongo que no llegaría al kilometro. Dicen que Camilo se declaro: "Caminante de la Sierra del Guadarrama antes que Nobel". En un libro de 1995 habla de sus andanzas por esta zona. El reloj parece que da bien la hora, siendo los brazos del caminante las manecillas. Nosotros en  ningún momento hicimos ademán de hacerlo. Lo que si hicimos es ponernos manos a la obra, cuando eran cerca de las once, para el tentempie.






         




      Consideramos por mayoria asignar un negativo al dueño y señor de la bota por no seguir escrupulosamente el protocolo de mantenimiento de dicha reliquia. Asimismo se acordó por mayoria, dar de baja en esta insignia peña andarina a los miembros que sumen cuatros faltas consecutivas, sin que medie justificación verificable por los miembros directivos de dicha peña.
     En vista de que la bota esta en la Unidad de cuidados intensivos o paliativos, debimos de hacernos con sacacorchos para el disfrute del caldo riojano. Una vez acabado con las viandas nos dispusimos a emprender el camino de vuelta. Nos encontramos con pequeñas capas de hielo en zonas oscuras donde no llega el sol, comprobando el peligro de pisar por ellas.
     Hoy la ruta era rápida, los compromisos hacia que la llegada a casa estuviera rondando las dos de la tarde. Una vez de vuelta a la carretera de la Republica nos encontramos con un sin fin de grupos de chavales, la vestimenta llevaba rotulos de Castilla La Mancha o Castilla León. Dimos por sentado que eran excursiones de colegios de esas comunidades. Pasaban dos minutos de las doce cuando volvimos a ver la furgoneta de los bomberos de bajada y ahora si vimos a lo lejos el helicoptero. La bajada fue rapida. A la una menos cuarto ya estabamos en el aparcamiento, atestado para reiniciar la marcha de vuelta.

     Paramos como es de rigor para tomar una cerveza en el lugar habitual iniciando despues la vuelta a casa sin ningún contratiempo. 
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AL YELMO
SIN BASTÓN
19 de NOVIEMBRE del 2016
     Cuarta salida a la sierra de este año y si alguien no lo remedia será la última, la anterior el uno de Octubre.
     Como es habitual quedamos en los lugares de rigor, cuando la ruta es a La Pedriza, lo hacemos en la fachada de la Iglesia y vamos a desayunar. El Volkswagen macaba tres o cuatro grados, cuando salimos de Alcorcón, para bajar en destino a uno y medio. El trayecto fue rápido a pesar de la niebla. No era muy densa, pero los bancos eras más que aabndantes. La suerte quiso que en Manzanares ya se hubises disipado. 
     Como la vez anterior pasamos por la plaza del pueblo donde los artesanos iban desalojando sus enseres para montar los puestos. 
¡Lo que da de sí un coche pequeño!. En uno de ellos solo cabia el conductor. 
     El administrador del grupo de Wasa, ya había dado de baja alos que no son asiduos al paseo matinal de los sábados.
     Desayunamos tostadas y cruasanes a la plancha, cada uno a su gusto, con mermelada, con tomate, con aceite. También sacaron pan frito, no recuerdo que nos ofrecieran hoy. Por la carretera si no vas conduciendo puedes contemplar como de majestuoso se presenta El Yelmo, aunque solo veas su cresta. No sé si por el sol, el caso es que destaca sobre todo por la diferencia de color con respecto al resto de piedras.
     Como siempre se suele alargar la hora del "papeo" comenzamos la ruta para subir al Yelmo o a la Peña del Diezmo también llamada,  a las 8 y 37 minutos desde casa Julián, queda encima del bar donde nos tomamos la vez anterior y esta las cervezas al final del recorrido. Donde dejamos los coches se llama parking de Tranco, pueden caber 25 coches más menos que más.
     La primera cuesta es muy parecido a una calle, a la izquierda hay una casa con unas vías dentro, que permiten facilitar el subir a una persona disminuida o sirve para facilitar que llegue lo necesario para una casa. Desde la entrada hasta la edificación en sí, puede haber 7 u 8 metros de desnivel, por lo que una vagoneta o algo similar son de agradecer.  Una vez pasada esta casa nos encontramos una piedra bastante grande donde algún “iluminado”, por no decir c…… ha pintado en amarillo Al Yelmo subrayado con una flecha hacia la izquierda, las dimensiones de la pintada hace ver a un ciego.


El principio fue duro, pero llevadero, seguíamos las directrices de las marcas amarillo y blanco. El sendero era estrecho y con mucha piedra, jalonado a ambas partes de jaras, tomillos y romeros. Pisamos la mayor de las veces por pequeños riachuelos, a veces se han de cruzar. Susto al cruzar uno de ellos con algo más de caudal. Julio fue a saltar y sonó fuerte el crujir de una rama grande, hubo suerte, una pequeña caída sin más, pero peligrosa, pudiera haberse hecho daño.



                                                     
                             
     Según ascendemos nos vamos fijando en las cumbres para ver a las cabras montesas. Vimos cuatro o cinco y un gran macho negro.
     A las nueve y cuarenta y ocho minutos llegamos a una pequeña explanada. Cambio de impresiones para elegir el camino más adecuado. Canales se permite el lujo de contravenir la instrucción del Sherpa Jefe por lo que es apercibido de sanción, se queda en una amonestación negativa. El peor negativo le llegaría poco después, pisando un buen excremento, bien le hubiera venido un pañal de bebe, pero solo para sus pantalones, veremos si no ven el cubo de basura. O por contra meterlo a lavar a una temperatura elevada.






     Al contrario que la ruta anterior, donde estaba atestado de gente, parecía la calle preciados en Navidad, en está no nos encontramos prácticamente a nadie hasta llegar a esta explanada. Volvimos a emprenden la subida, más suave que la anterior y ahí si vimos a más personal, nos llegaron a adelantar una cantidad cercana a las dos decenas. Por el camino vimos una gran piedra que con la forma que tenía bien podrías pasar ahí la noche o resguardarte de las inclemencias del frio, en algunas fotos lollaman vivac (significado en el diccionario: Campamento, especialmnete militar, instalado de manera provisional para pasar la noche al raso).

      A las once estábamos en la base del Yelmo en su zona sur, para entrar por la grieta deberíamos de haber seguido como media hora andando hacia la cara posterior.
     Si habría por lo menos seis u ocho cordadas en esta cara del Yelmo subiendo hacia la cumbre. Tenemos la sensación que la mayoría son subidas habituales, difícil saber sin tener ningún dato si alguna que esté intentando una nueva vía de ascenso. Algunos tienen ropa tendida, señal de que han pasado la noche aquí.



Algo más de media hora en repostar, en degustar más o menos lo de siempre, queso, chorizo, jamón, algún fruto seco, frutas, etc. Lo que si cambiamos fue el pan, hoy era candeal. El vino, lo compro Julio,era de gran graduación, 14 grados y medio. Vamos como motos hubiéramos acabado de tomarnos todo. Sobró, seguramente la próxima vez no llevemos bota, salvo que vayamos más gente.



     Exactamente cuándo nos disponíamos a emprender la bajada, se puso una nube sobre el Yelmo. La temperatura o la sensación térmica bajó por momentos. La bajada fue rápida en un principio, a la primera explanada llegamos en 40 minutos, una tercera parte menos que en subir. Si la nube arriba había dejado todo nublado, en esta explanada ya se había disipado y el sol hizo acto de presencia. Seguimos hacia abajo, lo abrupto de la naturaleza, las jaras son más altas que nosotros, impide ver buenas vistas. Si arriba habíamos visto el pantano y Manzanares el Real, también hubo momentos según la altura iba bajando, donde pudimos avistar, el castillo y alguna nueva urbanización, lo que no volvimos a ver es a las cabras montesas. Hubo un momento que perdimos la ruta de bajada más idónea, o la marcada como oficial. Una vez recuperada por cuantos estaban con nosotros emprendimos el último tramo, donde la dificultad fue alta, sin duda el trozo más dificultoso que yo recuerde. Ni la famosa bajada dese la fuente del Camino Schmid, por donde nos encontramos de frente al ciclista que tanto nos impresiono, fue tan peligrosa. Incluso Juan Carlos sintió la sensación de posar sus posaderas sobre una buena roca. Llegamos a tomarnos la cerveza a la una y veinticinco. Según las magnitudes del reloj de Victor, la duración fue de 4 hora y 39 minutos.

La media subiendo fue de 1 km. /hora
La velocidad máxima, (en alguna carrera) 6,5 Km./hora.
La velocidad media fue de 1,3 km./hora
La distancia recorrida fue de 6.300 metros.
La altura máxima a la cual ascendimos fue de 1578 metros. Desde el Tranco, el parking, calculan que la altura hasta la cúspide del Yelmo es de 1717metros.
El desnivel máximo nuestro fue de 605 metros, el desnivel desde abajo es de 727.
     Las calorías gastadas se estiman en 3800 para un cuerpo serrano como el del Jefe Sherpa.
















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EL TOLMO

LA PEDRIZA, 1 DE OCTUBRE DEL 2016

“Largo me lo fiais, amigo Sancho”, seguro que alguno hubiéramos pronunciado esta frase, de saber que la próxima visita a la sierra se distanciaría tanto en el tiempo. Si mis cuentas no fallan la última salida dista unos meses, fue el 5 de Marzo.
     En principio, el Jefe, en adelante el Sherpa, tuvo a bien organizar una salida al Yelmo. Ante la dificultad de la travesía, ante tan largo impas, cambio de elección buscando una opción más liviana, ¿Cuál? El Tolmo.
     La escapada la componíamos hoy, Julio, Alberto Canales, Víctor, Juan Carlos y un servidor.
     Era la primera vez que cambiamos de carretera,  siempre lo habíamos hecho por la N-VI ahora cambiamos hacia la carretera de Colmenar, aunque también se pudiera llegar por la primera. La temperatura no era la habitual para estas fechas, 17 grados marcaba el termómetro de mi coche al igual que lo hacia el del hotel camino de Manzanares el Real.
     Quedamos a la hora habitual en la plaza, que en realidad lo hicimos en un aparcamiento, permitido en batería, enfrente de la fachada de la iglesia, atrás a la derecha habíamos dejado el famosísimo Castillo de Manzanares el Real. Detrás del aparcamiento si se encuentra la plaza, donde también habita la Casa Consistorial. Me llamó la atención que en menos de 100 metros hubiera 3 carnecerías charcuterías abiertas tan temprano. Después de tomar café y croissant, Canales cambio el coffe por el españolísimo Cola-Cao. Sacaron una bandeja de pan tostado, de las barras que han quedado duras del día anterior, como en los años de la dura posguerra española o incluso en los años setenta. Comprado el pan subimos al aparcamiento del Tranco, solo  para conocedores de La Pedriza, porque no cabrán más de 25 coches. Según el mapa topográfico de la zona está a 999 metros sobre el nivel del mar.
     De Ahí salen dos caminos, el más asequible y el que empieza a subir desde el mismo momento que inicias la marcha. La decisión estaba tomada de antemano que tomaríamos la más acomodaticia, por tiempo y fondo físico.
     Empezamos a caminar bajo la arboleda y paralelamente al cauce del rio Manzanares en contra de su curso. Pequeña cascadas, algún pez que otro, y el agradable sonido del agua nos fue adentrando primero por un muro de piedra plano, al desaparecer este nos dejó un camino estrecho y empedrado, el cual nos llevaría con un desnivel suave a un chiringuito (estaba cerrado) y al primer puente de madera que cruza el rio. El cambio de margen dio paso a una explanada y al aparcamiento principal de la Pedriza, creo que responde al nombre de Canto cochino, está a una altitud de 1035 metros.
      Encima de una piedra está fijado un volante con una flecha giratoria, de tal forma que según la vas girando te va diciendo los distintos emplazamientos con su nombre y altura.


                                    





     Nos llamó la atención el llamado Cancho de los Muertos y esto es lo leído en Internet:
     Para dejar claras las cosas y que su autoridad no se resintiese, el jefe de los bandidos ejerció en el momento la justicia de los proscritos; el asesino recibiría la misma pena que había causado a su compañero: la muerte. Él se encargó de ejecutarla, arrojándole al abismo. Ocurrió que en el momento de hacerlo, cuando el capitán empujaba al criminal, éste le agarró de una pierna arrastrándolo con él hasta el otro mundo. Cayeron los dos, reventándose contra las piedras del fondo.

Frecuentaba la vertiente sur de la sierra madrileña una partida de bandoleros conocida por sus asaltos y secuestros y que algunas citas señalan la comandaba Paco el Sastre. Tenían como cuartel general y refugio después de sus fechorías un paraje perdido en la Pedriza de Manzanares de muy difícil acceso. En cierta ocasión secuestraron a una joven que pertenecía a una familia madrileña adinerada. Ya en el roquedo, el jefe de los bandidos, regresó a la ciudad para negociar el rescate, dejando a la infortunada al cuidado de sus secuaces. Nada más irse, los delincuentes se disputaron a la infeliz, con el consiguiente enfrentamiento que concluyó con la caída de uno de ellos, despeñado desde el risco que les servía de refugio. Enterado el capitán a su regreso, impartió justicia como se ha contado.

Tras tan tremendo desenlace, el resto de los secuaces, consternado, se dio a la fuga, quedando la joven secuestrada libre, pero pérdida. Así vagó varias jornadas por el peñascal, hasta que la encontró uno de los pastores de la zona, El Mierlo, quien la devolvió a la Corte, regresando a sus tareas en la sierra. Enterados los bandidos y pensando que había recibido una recompensa que consideraban suya, fueron a por él, asesinándole.

Ricardo Laforest recogió esta historia en la revista Peñalara en los albores del siglo XX. Con más visos de realidad de lo que puede parecer, se la contó Ambrosio Esteban, otro pastor de Manzanares. Años después, el histórico Bernaldo de Quirós descubrió en 1920, durante una de sus travesías perdiceras, una cruz de piedra, tendida en el collado de Valdehalcones, identificándola con la erigida a la memoria del infortunado Mierlo.
     Una vez cruzado el aparcamiento y dejado el bar a la izquierda, bajamos por una carretera asfaltada girando hacia la izquierda. Si de entrada la referencia del sendero era GR-10 (blanco y rojo), después nos guiaríamos por la PR-1 (blanco y amarillo). Cruzamos otro puente sobre el Manzanares y nos dirigimos hacia la derecha, no más de doscientos metros y vuelta atrás para irnos por la izquierda.
     La travesía no era muy exigente salvo un tramo de 200 metros, en los cuales tuve que hacer un alto en el camino para tomar oxígeno. El Sherpa nos iba informando sobre los distintos nombres que tienen las formaciones de piedra y hete aquí que era imposible ver el famoso pájaro de La pedriza, por los menos J. Carlos y yo. El resto no tenían ninguna duda de donde estaba y lo bien que lo veían. A lo más que llegamos los incrédulos es a ver un Orangután debajo del pájaro.


                  
EL PÁJARO

     Víctor iba provisto de prismáticos por lo que pudimos observar a tres escaladores subiendo una pared bastante vertical, muy cerca del Pájaro, el punto más alto de éste está a 1.567 metros. Hablan que las medidas de este risco granítico es de unos 180 metros por su cara sur, que era en la que estábamos y 20 metros por su cara norte. Cuando estuvimos situados en la parte oeste si pudimos apreciar la tremenda similitud con un pájaro.
     Pasaban cinco minutos de las once cuando estábamos en El Tolmo, según las previsiones deberíamos haber llegado antes. Un lapsus del Sherpa hizo un poco más larga la travesía, cerca de 3 kilómetros dice él. Más tarde se tomarían las debidas consecuencias se fuesen menester.
     Según su significado académico, El Tolmo es o corresponde a un peñasco elevado que tiene semejanza con un gran hito o mojón.
     Allí, mientras dábamos buena cuenta de las viandas pudimos ver como en la piedra, mojón o tolmo había unos artilugios metálicos (los escaladores lo llaman  parabolts) clavados. Según leo en Internet es una ruta habitual para practicar con los estribos, tiene una longitud  aproximada de 20 metros y se puede bajar rapelando (solo se necesita cuerda y un descensor). Lo más curioso es que esta pequeña ruta para escaladores fue abierta a finales de los años 60 o a principios de los 70.
     Una vez finalizados los “entrantes” compuestos como es habitual, de Jamón, Queso, Chorizo, chorizo picante, Anchoa, Sardinas, también había nueces y fruta variada, y seguro algo más que se me olvida, como el vino de la Bota, hoy, vino de Jumilla, hubo que acabar con él para que no se ponga luego malo. El caso es que acabamos con las dos barras que llevábamos. Después de que una agradable senderista nos hiciera una foto volvimos en sentido inverso.
                        

EL TOLMO



     Llevábamos 6,200 metros recorridos. Habíamos llegado en sentido horario y salimos igual bordeando el Tolmo, en el lado contrario a donde habíamos desayunado, daba la sombra y allí había dos mujeres con un niño de 3 meses y dos días, descansando. Según nos dijeron, cuanto antes lleves a los niños a la sierra más despiertos se desarrollan, buen argumento para disfrutar de la naturaleza madrileña.
     Según nos acercábamos al parking de canto cochinos el gentío iba en aumento y no digo nada cuando lo pasamos. Cruzamos el puente de madera, que ya habíamos pasado al inicio de la ruta, viendo como el kiosquillo (La Foca le tienen puesto de nombre), ya tenía bastantes mesas ocupadas. Y vimos el medio de transporte que utilizan para la mercancía, una carretilla de obra. A la ida nos preguntábamos como  llevarían hasta allí, las cervezas, refrescos, etc.  Hubo momentos que la estrechez del recorrido y la tranquilidad de muchos paseantes, hiciera lento el discurrir del camino de vuelta. Nos llamó la atención como dos parejas se maravillaban al ver a su perro disfrutar del agua. No se si no debían de saber que multan por bañarse a un precio asequible, va desde los 1000 hasta los 3000 Euros. En lo que va de año han sido multadas 39 personas, en el periódico El Mundo podéis deleitaros con la noticia.

      Cuarto de hora pasada la una, llegamos al chiringuito elegido para el descanso de los ruteros, está en el mismo aparcamiento donde teníamos los coches. Mal recuerdo tiene Julio, la vez anterior se dejó olvidadas las gafas de sol. La clara de cerveza estaba de muerte con chorizo picante de aperitivo. La segunda ronda la finalizamos sin que llegaran los acompañamientos, estaban haciéndolos nos dijeron. Esperemos que para la próxima ya hayan acabado de hacerse.



    

DATOS NÚMERICOS:
HORA DE SALIDA: 8:35H
HORA DE LLEGADA: 13:15H
ALTITUD MÁXIMA: 1269 METROS
VELOCIDAD MÁXIMA: 6KM./H.
VELOCIDAD MEDIA: 2,4 KM./H
CONSUMO FISICO: 3425 CALORIAS
DISTANCIA RECORRIDA: 6,9966 millas (11,026Metros)


     Reunido el Comité Federal del grupo Lúdico-Senderista Metalika, en lugar y hora acordada, aprovechando el pequeño parón para desayunar y habiendo quórum suficiente se acuerdan las siguientes decisiones:
     1.- Se amonesta al Sherpa, con una falta leve, por no tener suficientemente bien estudiado el recorrido y darnos un paseo. Que aunque agradable innecesario.
     2.- Se deniega la propuesta de dimisión del susodicho Sherpa, porque reúne suficientes motivos para tomarla en consideración.
     3.- Se estudia la propuesta de admisión de un nuevo miembro al grupo. Siendo aprobada por mayoría. Se le comunicará su ingreso en plazo y forma pertinente.
     4.- A su vez también se decide, que no se admitirán nuevas solicitudes de ingreso durante este mes de Octubre.
     5.- Próxima salida prevista el día 22 de los corrientes del año en curso, siempre que se pueda claro está.

     Contra estos acuerdos se podrá presentar la reclamación que hubiera lugar, presentando el formulario oficial que para estos menesteres se requiere, debidamente  cumplimentando, a la atención del Presidente.
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EL HOMBRE Y LA NIEVE
(FUENTEFRIA 2)
Sábado, 5/3/2016
     Volvíamos a la sierra más tarde de lo que hubiera sido nuestro deseo, pero los compromisos familiares y de otro tipo lo impidieron. Del grupo de la primera salida a la sierra de este año faltaba Alberto Canales, con compromisos relacionados con la "carne", vamos, noche de desenfreno.  El resto (Víctor, Juan, Julio, Juan Carlos y un servidor) decidimos a muy ultima hora, el propio viernes la escapada. La previsión meteorológica en principio no era la deseada, de forma que no había una planificación inicial de que ruta seria la que elegiríamos. Una vez allí, decidiríamos.  Previo desayuno en el bar habitual salimos hacia el aparcamiento más próximo a Casa Cirilo (ya aparcamos allí, cuando subimos al Montón de Trigo), como en la vez anterior espacio de sobra para elegir sitio.
     Empezamos andar a las ocho y veintisiete. Según la Agencia Estatal de Meteorología, había una previsión de un grado bajo cero, 95% de posibilidades de que hubiera precipitaciones y la cota de nieve estaba a los 800 metros.
     Subimos por la carretera, que estaba delicada, en algunos tramos el asfalto estaba helado y cabía posibilidades de resbalar.
     Nos adentramos en la senda para coger la calzada romana, encontrándonos a 5 senderistas, todos se desplazaban sobre raquetas, y llevaban a sus espaldas tablas y botas de esquís. Iban delante notándose perfectamente las huellas sobra la nieve, valiéndonos de referencia.
     Llevamos poco más de media hora cuando empezó a nevar muy levemente, estábamos a 1400 metros. Hicimos una pequeña parada en el puente del Descalzo, recordado muy asiduamente en nuestros paseos a la cafetera después de comer, por aquel desahogo sonoro. Ahí estaban los "esquiadores" haciendo parada, aprovechamos ambos grupos para tirarnos unas fotos unos a otros para el recuerdo. En la ida Juan puso la música del hombre y la tierra, lo que me serviría para poner titulo a  esta  crónica.
     Lo mismo que en verano el color reinante era el amarillo de la Androsace vitalina, ahora el blanco de la nieve impedía prácticamente ver  otro color. El subir más despacio que cuando vinieron Fernando y Raúl, no impidió que la cuesta me costara, si bien es verdad que lo hice mejor y menos cansado que en verano, era el camino que llega al cruce de caminos donde confluyen la ruta Schmidt, la carretera de la república y la calzada Borbónica.
     Una vez arriba en la zona del Collado Ventoso, en los corralitos hoy no había vacas, fuimos a repetir las fotos de la anterior estancia.


Las diferencias son obvias de la estación estival al invierno.


En estas dos fotos siguientes algunos barbaros han dejado sin texto el monolito.




Seguía nevando con poquísima intensidad.  Cerca del  monolito di un paso y hundí una pierna hasta la ingle, la saque mas difícilmente que la metí. Unos tres kilómetros llevaríamos aproximadamente, cuando volvimos hacia abajo por el camino de la República. El grupo de esquiadores se había separado, unos habían decidido ir hacia arriba y dos de ellos bajaban esquiando hacia el Mirador de la reina.
     Los pinos estaba cubiertos de nieve y en el suelo no se veían las pequeñas piñas que vimos en la misma senda en el verano. Llegamos al Mirador de la Reina donde destacaban los carámbanos de la pared de piedra enfrente del muro del mirador.
     Fue el peor momento, se levanto cierta ventisca que hacia desagradable la estancia allí. Se nos quedaron las manos heladas al quitarnos los guantes para hacernos la fotos.




                                  Mirador de la reina 

      

                                          




     Proseguimos a la fuente a la cual intente acercarme pero desistí, parecía más complicado de lo deseado. Bajamos por el atajo ya visitado, donde tuvimos que poner los cinco sentidos para no resbalar y caer. Recordamos al machote ciclista que nos encontramos la anterior visita, los tenia bien puestos el tío.
     Todavía no habíamos tomado el tentempié, cuando llegamos a la planicie llamada Las Bergeas. Decidimos irnos hacia la izquierda para hacerlo. Hoy no había sitio para aposentar nuestro trasero y lo hicimos de pie. Lo que destaco sobremanera fue el vino, nada de reserva, ni de rioja,  ni gaitas de esas, era un vino comprado en una bodega con una añadidura de Moscatel, la mezcla le daba un sabor buenísimo. Mientras hacíamos boca, pasaron nuevamente los dos esquiadores, nos los volvíamos a encontrar por tercera vez. Dedujimos que habían hecho completo el recorrido de la carretera de la República. Una ardilla corría de una lado a otro del sendero, llamándonos la atención por el contraste del color rojizo sobre la nieve.
     Una vez acabamos seguimos bajando, hoy había prisa por volver.
     En el aparcamiento, overbooking, no había espacio ni para salir, las plazas que quedaban libres se cotizaban caro. Hubo que hacer hasta de guardia de circulación para que nos dejaran salir. Accidentada vuelta al bar, mis acompañantes me hicieron hacer una visita turística, para  poder tomarnos unas cañas. Los aperitivos, bueno el primero, hígado y peor el segundo, paella.

     Nos quedamos sin datos de la aplicación de Víctor, la apagamos en el bar.
De la poca intensidad de la nieva se puede apreciar en la mochila de Juan (ver foto). El nudo de la cuerda es sencillo, como para una urgencia, pero bonita si queda.
     En la tele, al día siguiente hablaron de que se complicó la subida a la sierra por la tarde, debido a la nevada que cayó. 




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A LA BOLA DEL MUNDO





17/1/2016
     La primera salida a la montaña de este año dos mil dieciséis era para llegar a la Bola del Mundo así llamada popularmente, que está enclavada en el alto de Guarramillas.
     Cambiábamos el acostumbrado día de "marcha" a la sierra. Como  nunca es fácil hacer coincidir al grupo y debido al mono que ya teníamos por darnos un garbeo por la montaña madrileña decidimos hacerlo por primera vez en "el día del señor".
     Como es habitual los de Parla (Julio, Canales y Víctor) vinieron juntos, los del resto del mundo hicimos la ruta de la costa marrón, Fuenla, Móstoles y Alcorcón. Precisamente en un centro comercial de esta última ciudad quedamos, para más señas en el aparcamiento de la firma cuyo fundador empezó vendiendo cerillas a los cinco años. ¡¡¡Que prodigio de emprendedor!!!.
     Con dos grados sobre cero emprendimos la marcha, J. Carlos, en el coche de éste, "el del mini" y un servidor. Cierta incertidumbre por mi parte ante la posibilidad que hubiese mucha gente al ser domingo.
     Coincidimos en la llegada al bar donde solemos desayunar con una temperatura baja, menos cuatro grados. Diferentes camareras, algunas no las teníamos "fichadas", nos sirvieron unas magnificas tostadas.
      Una vez comprado el pan y bien alimentados, no fuimos hacia arriba. Para mi sorpresa el aparcamiento de Navacerrada estaba vacío, como bien había previsto Víctor, asiduo visitador de la zona.
     Se notaba la diferencia cuando nos bajamos del coche, no solo la sensación de frio era menor que abajo (el termómetro de la Venta Arias, marcaba +2), también se había hecho de día.




     Nos fijamos en que los cañones de la pista pequeña al otro lado de la carretera estaban en funcionamiento. Todo parecía indicar que los esquiadores disfrutarían por fin de un magnifico día de nieve.
     Subimos por la calle que lleva a los telesillas, también a la derecha hay un puesto de la cruz roja. Una vez pasadas todas las construcciones salen un camino y una pista de hormigón, elegimos esta ultima para empezar la ascensión. Está considerada como la ruta más normal del monte.
     Íbamos bien abrigados. Juan estrenaba "chupa" de vivos colores. Los pronósticos eran de frio al inicio de la jornada para luego mejorar, de ahí  la previsión con la ropa de abrigo. Aunque hubo quien prefirió lucir palmito a cargo Calvin Klein.
     La pista se iba complicando según ascendíamos. Una película de hielo helado en muchas zonas de lo ancho de la pista hacia que fuéramos con bastante precaución, so riesgo de caernos. La zona con menos peligro era el lateral de la pista de hormigón, donde la nieve no estaba helada.
     Salvo un rutero al principio no nos encontramos con nadie, exceptuando al "americano con niño", que no sé de donde salió, si iba por detrás o por detrás. Le pedimos que nos hiciera una foto. Durante un largo trecho, subimos juntos hablando un poco de todo. Respondía al nombre de Michael, Miguel en español, según traducción libre de Víctor, el poliglota parleño. De que había sido militar en la base en Torrejón, que estaba jubilado. Nacido en el Norte de EE. UU, dijo tener 52 años, aunque parecía bastante más mayor. Juan le estuvo enseñando su adquisión para este tipo de suelos helados. Era un antideslizante, consiste en un trozo de goma que se ajusta entre la puntera y el talón de la bota, de la suela que apoya en el  suelo sale una especie de clavos no más altos de 6 mm. que son los que te permiten en cierta medida que evites que te escurras y acabes con la parte donde la espalda pierde su casto nombre, como les paso a los Albertos.
     Según la altitud iba subiendo la nieve se hacía más presente. Los cañones de nieve habían dejado de funcionar, ya que se necesita una temperatura rayana en el cero grados para que la nieve de su utilidad. Eso significaba que la pista de nieve tampoco se abriría este fin de semana, más perdidas para este tipo de industria.



     Ya cerca del repetidor, subían algún que otro atleta, a buen ritmo y con calzado no acorde con la estado del piso, pero con una seguridad en sus pasos que para mí la quisiera yo.  La brisa que corría cuando llegamos a las diez menos diez a los 2262 metros, que es donde está el repetidor, era bastante molesta. Nos hicimos unas fotos con el "súbdito de Obama", vimos el vértice geodésico y buscamos sitio para un tentempié. No fue fácil encontrar un sitio donde estar resguardado, fuimos hacia abajo camino de La Maliciosa y nos asentamos entre las piedras, no era el mejor sitio pero sí el más resguardado. Cada uno sacó lo que llevaba, donde no falto de nada, fuet, queso, lomo, jamón serrano, chorizo, nueces, vino reserva del 2010, fruta, etc. Nos faltará de otra cosa pero de papeo, andamos bien.

     Para la vuelta, Víctor se coloco sus crampones (pieza metálica con pinchos que se fija a la suela de las botas para no resbalar sobre la nieve o el hielo). La verdad que con las dimensiones de los pinchos es más fácil lesionarte que caerte, el antideslizamiento está asegurado.
     Para volver, bordeamos el edificio del repetidor de televisión. Es  mucho lo que se puede escribir sobre realidades y leyendas de este enclave. Estas instalaciones fueron inauguradas en 1959, convirtiéndose en la instalación más importante de Televisión Española. Se trataba de una potente emisora que supuso el primer gran reto de la televisión pública de nuestro país: superar los inconvenientes que ofrece la complicada orografía peninsular para la transmisión de la señal de la emisora. La inauguración sucedió el 12 de octubre de aquel año, Fiesta de la Hispanidad,  extendiéndose a partir de entonces las transmisiones sin el menor inconveniente por toda Castilla la Vieja, hoy Castilla y León, La Mancha, Aragón y gran parte de Extremadura.
La importancia del repetidor la constata que trabajasen en la misma retenes de 20 personas, compuestos por técnicos, auxiliares y guardias civiles. Su gran extensión, unos cuatro mil metros cuadrados, permitían albergar una guardia tan amplia.




     A la vez que el día se iba transformando en esplendido con un sol precioso el número de ruteros iba en aumento. Siempre buscando la mejor zona para evitar las caídas fuimos cruzándonos con un reguero de gente. Nos desviamos muy poco de la pista para ver el cruce de caminos donde se dividen las provincias y están las cafeterías (Venta Arias y Dos Castillas) aprovechando para situarnos cerca de una estatua que representa una virgen con un niño acurrucado en su pecho y unos esquís a la espalda. Aquí nos encontramos con una pareja, vestidos para pasar el día visitando el acueducto y comer en Cándido. Pero el amor es ciego y algunas veces no atiende al sentido común.  La zona desde la pista hasta la virgen era plana pero peligrosa, todavía estaba en sombra y el hielo estaba deslizante. La ruta estaba tocando a su fin y hubo que desprenderse de ropa ante un día que se había puesto precioso. Mis botas de estreno no me dieron problemas pero el modelo zapato me gusta más, será por estar más acostumbrado a él.

     En el aparcamiento había un guirigay grande.  Cuando llegamos eran las 12:40, la temperatura era de 9 grados y coincidíamos en que había sido una ruta suave, muy agradable y que habíamos disfrutado mucho de los 8.010 Km. de recorrido.
     La altitud máxima según los datos de Víctor, fue de 2262 metros. ascendimos 430 metros de altura a una velocidad media de 1,9 kilómetros, con una velocidad máxima de 5,6 Km. y un desgaste de 754 calorías. La duración fue de 4 horas y 9 minutos.
     El follón era tal en el aparcamiento que estaban las salidas taponadas, teniendo que salir por la última, haciendo una infracción de tráfico para no seguir montaña arriba.
     Ya abajo, tomamos un refrigerio en el bar de costumbre y emprendimos la marcha, pensando ya en la siguiente salida al monte.



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PEÑALARA TOMA UNO
         A la tercera va la vencida, desde el 18 de Julio han pasado unos cuantos días, para volver a la montaña, diversas vicisitudes lo han impedido. Pese a que hemos trasladado la visita a Cotos dos veces, ha sido imposible el poder acudir con la plantilla de "escaladores" a tope. Para quitarnos el mono subimos, Víctor, Juan, Alberto Canales y el tocayo de este. Circunstancias diversas impidieron a los demás acudir.  Los Llopis, por las necesidades lógicas de familia, Julio lesionado jugando al frontón y Juan Carlos de baja, por su rotura del dedo del pie.
     Quedamos, de siete cuarenta y cinco a ocho en el bar donde normalmente tomamos un refrigerio una vez acabada la ruta. Abre las 24 horas y teniendo en cuenta que tienen pan y que la plantilla hostelera es agradable, mucho me temo que va a ser nuestro punto de encuentro para las próximas escaladas. Además está, a esas horas bastante concurrido. Nos encontramos con todos los cuerpos de seguridad, también con protección civil, solo faltaba Juan con su camiseta del cuerpo de bomberos. 
     Dejamos un coche en el aparcamiento del bar y subimos hacia Cotos con el otro. El parking del puerto no estaba muy concurrido a esa hora, por lo que aparcamos bien, cerca de la salida para evitar problemas.
     El Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, cuenta con el archiconocido alto o macizo de Peñalara. A diferencia de los anteriores esta ruta no te permite tantas libertades, aunque se calcula que se pueden hacer hasta cuarenta rutas diferentes, está muy señalizada y los márgenes delimitados en algunas partes del recorrido por un cable metálico que intenta evitar que la gente salga del recorrido marcado y se meta en el agua de la laguna por ejemplo. Es con seguridad la más visitada, calculan que son 200.000 personas la que lo hacen en un año. Al inicio de la misma hay un casa donde se puede coger información de la ruta. En la  misma me informaron que este macizo es alta montaña y no es acta para todo el mundo. Empezamos a subir desde ese punto no sin antes cambiar el agua al canario, eran las nueve menos cuarto, con una temperatura de 7 grados, abajo teníamos 12.
     Una empinada cuesta muy ancha nos llevaría en poco más de un cuarto de hora al mirador de la gitana, una zona plana donde hay un reloj de sol de 12 horas con los signos del zodiaco y una pieza de granito hexagonal a un metro aproximadamente del suelo. La parte superior es plana y en ella hay dos circunferencias, una fija y otra móvil. En la fija están grabadas distintas placas con información, si posicionamos la flecha que esta sobre la móvil, sobre las placas y miramos el horizonte, te dice como se llama el pico o el alto y la altura que tiene, muy original.

            

     Giramos hacia la izquierda y nos encontramos con un refugio donde Víctor nos dijo que es la zona donde te sueles pones las raquetas en invierno, lo llaman cobertizo del deposito. Ahí se esta a 1910 metros. Aquí hay dos caminos, elegimos el de la derecha, según la señorita de la caseta era el más adecuado para gente no especialmente preparada, ¡como me vería!.
     No teníamos decidido hasta donde íbamos a llegar, todo iba a depender del tiempo y de las fuerzas, se notaba el tiempo transcurrido desde la última vez, me costó coger ritmo. El camino está lleno de pinos a ambas partes del camino, como es obvio según subíamos iban desapareciendo. Llegamos a un puente de madera el cual cruzaba un pequeño arroyuelo, paramos para decidir si cruzar o seguir de frente hacia la laguna. El camino tiene poca altitud y se hace sobre un entarimado, hasta casi llegar al agua, a la cual no te puedes acercar. Desde ahí se puede ver el refugio Zabala en lo alto de la montaña y también los distintos colores de la misma, donde se aprecia la diferencia entre por donde baja el agua y por donde no. Volvimos sobre nuestros pasos para volver hacia el puente y ya empezamos a sentir que había más gente de lo habitual, incluso matrimonios con niños pequeños colocados en la espalda para su mejor movimiento.
Una vez cruzado el puente comienza una pendiente dura de verdad, corta pero duda. De vez en cuando se oían flatulencias o ventosidades. Parece que el oxigeno de la sierra fomentaba la evacuación de los mismos. Nos encontrábamos pequeñas charcas, el terreno era sinuoso, tampoco subíamos como bajábamos como el camino se hacía plano. Es sin duda alguna la ruta más bonita y entretenida de las que hemos hecho. Llegamos a una planicie donde está la laguna de los pajaritos situada a 2175 metros, donde paramos para comer algo. Nos sentamos al lado del agua, desde donde se veía como la gente subía por un lado al pico de Peñalara 2429 metros. Aproveche una piedra plana de más allá de 100 mmm. de altura para apoyar mi trasero y sentarme con las piernas cruzadas al estilo indio. No creo que estuviéramos más de 20 minutos dando cuenta de las viandas, como el dueño de la bota no iba, no hubo vino. La temperatura, calculamos que sería sobre 15 grados, basándonos en que sentados en el suelo n o habíamos sentido sensación de frio. El caso que para levantarme tuve que hacer la "cocreta" y rodar sobre mi mismo para poder hacerlo, que dolor de piernas. Decidido que no había tiempo para subir a la cumbre volvimos, a buen ritmo.
      
 

      Disfrutábamos del paseo y de la conversación, para variar unitema, ¡¡lo que nos gusta el triangulo de las bermudas y su parte trasera!!. O distintas variantes que se le pueden dar a la persiana.
     Había momentos en los que se veía la senda del camino desde lo alto y se apreciaba la cantidad de gente que iba camino de la laguna o el pico, había de todas las edades desde crio de 5 o seis años hasta gente que ya ha olvidado que trabajo lustros atrás.

     En un momento paramos para poder disfrutar del vuelo de tres águilas, una de ellas bastante cerca, planeaba en círculos sin mover las alas, preciosa la estampa. Impresionante la envergadura y su planear, lo que nos deparó unos breves momentos de una gran belleza. Una pena que nos quedáramos sin poder hacer alguna foto, gracias a que los móviles se descargaron más rápido de lo habitual, sin motivo aparente.
     La vuelta fue rápida o a mi me lo pareció y como siempre si no fuera por Víctor es seguro que nos perderíamos. Siempre nos ronda la misma pregunta, ¿es el mismo recorrido de la ida?, ¿si?, ¿no?. Hasta que no nos cruzamos con una puerta de barrotes de madera no se nos quito las dudas que siempre ponemos en entre broma y en serio en el candelero de nuestro máster guía.

     Recorrimos 11,900 metros en 5 horas y trece minutos a lo que habría que descontar el tiempo de parada para tomar el tentempié. Hemos quedado en volver para hacer "cumbre" próximamente. Juan no estreno nada esta vez, ya veremos que nos depara la siguiente. ¿Llegaran la polainas?
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BOTAS DE SIETE LEGUAS
O LA RUTA DE LOS SIETE PICOS

NAVACERRADA, 18/7/2015
    Tercera salida al Monte para disfrutar de los bellos parajes que nos depara la sierra madrileña, desconocida para la mayoría de los urbanitas que habitan la gran capital “gata”.
     El grupo lo componíamos hoy cinco miembros, las 3 Jotas (Julio, Juan y Juan Carlos), el alma mater, Víctor y un servidor. El alma mater está mal escrito se dice la alma mater pero a mí me gusta “el”.
     Muchas dudas para sí salíamos de ruta o no, el calor reinante estos días no la hacía aconsejable. Una mínima bajada de temperatura que se iniciaba el viernes, animo al grupo. No obstante la idea era ponernos pronto en marcha en previsión que el calor pudiese con nosotros. La previsión de tormentas era de un 30%.  A la salida de casa el termómetro del coche marcaba 24 grados (6:40 horas). Precipitada salida, donde ni tiempo tuve para lavarme la cara y menos desayunar. Mal puesto el despertador me tire de la cama con 40 minutos de retraso. Aun así llegamos al punto de encuentro (Venta Arias) sin que estuviera todavía abierto. Aparcamos en el aparcamiento de la derecha, 1860 metros de altitud, paralelo al camino que sube a Cotos. El termómetro encima del bar Dos Castillas marcaba 17 grados, el polar no estorbaba.  Desayunamos (yo en exceso) zumo de naranja la mayoría, compramos pan y empezamos la ruta.
     Es evidente que la estrella, hoy, eran las Salomon que estrenaba Juan.
     Después de un largo periodo de adaptación a las mismas, de la que puede dar buena muestra alguna foto de consumo íntimo y particular (en casa claro), hoy pisaban sierra. La foto da muestra del poderío de las mismas, solo las falta que tengan cajero automático.


           La idea en principio era empezar al revés para que de vuelta pudiéramos venir más reguardados por la arboleda. Pero llevamos doscientos metros más o menos por una zona asfaltada, es el camino que lleva al albergue del Ejercito del Aire, antiguo refugio que tuvo el Club Alpino Español. Víctor dijo que habíamos equivocado la senda. Seguimos hasta la valla de entrada del albergue girando a la izquierda para coger el camino Schmitd, que al momento abandonamos cuando nos cruzamos con un auténtico desfiladero que hace las veces de cortafuegos aunque también una magnifica pista de nieve. Bueno pues emprendimos camino arriba hasta buscar el camino en principio pensado. La subida tenía una buena pendiente, con una inclinación superior a los 30 grados, seguro. Arriba pasamos a lado de una plataforma metálica para que los niños se deslicen con esquís en época invernal. El camino es el que te puede llevar al cerro del telégrafo también.
     Por un camino sencillo pudimos incluso ver como se cruzaban delante de nosotros una piara de Jabalís con tres o cuatro jabatos. Uno de ellos se rezago. Juan Carlos comento la posibilidad que alguno de los padres volviera a por él. Cogió una rama como arma defensiva, yo también buscaba una para mí, pero “banderas blancas” no hay en estos parajes. Estaba yo después de la “subidita” como para salir corriendo. Los jabalís no los volvimos a ver y continuamos. Pronto se empezó a empinar el camino, ancho y firme nada comparado a la subida a La Maliciosa donde las piedras pequeñas amontonadas parecían tener vida propia. Las piedras iban creciendo de tamaño según nos acercábamos al primer pico (séptimo según la ruta). Es el más alto de los siete con 2.138 metros, un vértice geodésico lo testifica en su cima (yo no lo vi).
     Un vértice o punto geodésico es un punto señalizado que indica una posición geográfica exacta conformando una red de triangulación con otros vértices, Fuente: Wikipedia.
Debido a sus formas redondas no nos fue difícil subir a él. Es una especie de promontorio que puede estar a unos veinte metros de altura, hay que salirse un poco de la ruta marcada. Otra cosa fue la bajada que siempre es más complicada, pero tampoco nos hicieron falta la cuerdas (que al final no compramos, con el precio que tienen, no me extraña que los suicidas utilicen otros medios). La ruta está clasificada de paseo, yo diría por lo menos de paseo empinado.

    

AMBOS LLEVAN BOTAS SALOMON POR ESO PUDIERON SUBIRSE

     Poca afluencia de gente en este paraje, no llegarían ni a los veinte, incluido el grupo de 10 o 12 con el cual nos saludamos dos o tres veces.
     La temperatura iba subiendo paulatinamente, nosotros seguíamos el recorrido, también subimos al segundo pico (sexto). Preciosa la forma de una de las piedras delante del mismo.


Después de “hollar la cumbre” del tercer pico nos dispusimos a dar buena cuenta del Marqués de Cacarés que había dispuesto Julio en la bota. Casi he probado más vino en dos salidas a la montaña que en mi vida, “me llevan a la perdición”. “Después de la foto con la bota estoy perdiendo el respeto de mis hijos”. Mamma Mía.



         Seguimos con la comida tradicional, Jamón, queso, nueces, etc. De momento seguimos sin caer en los geles reconstituyentes que lleva Juan para casos extremos.

HETE AQUÍ A LOS DANZARINES PIEDRICOLAS




      Una vez dejado todo como la patena, proseguimos dejando a un lado la subida a los siguientes picos y cogiendo dirección descendente hacia el Collado de El Ventoso, en invierno no paran ni los osos, dicen.
     No es que se me halla pasado por alto el tema de los Walkie Talkie, es que merece mención aparte, Juan siempre nos sorprende con algo, si la vez anterior fueron los calcetines especiales, hoy las botas, aunque  estrenadas las dábamos por conocidas, pero los intercomunicadores eran una vacilada, con un alcance de 5 km. Quitando está claro el tema de los canales, que cogían interferencias extrañas. No había forma de sintonizar los canales sin esos “acoplamientos flatulentos” que a veces se oían o escuchaban.
    Sin leerse el catálogo de los mismos es difícil saber las recomendaciones para iniciar la conversación. Juan parecía ser el más experto: “Cola de Cabeza a Cola de Cola”, sin comentarios.
     El caso es que a las doce menos veinte iniciamos el camino Smith para volver al punto de inicio. En trayecto frondoso nos encontramos bastante más gente tanto de ida como de vuelta, pero como tardamos poco más de una hora en culminar el tramo, nos dio a tiempo a entablar una buena charla. Y tratándose de hombres pues ya se sabe, solo sabemos hablar de “encaje de bolillos” y de la “cuadratura del círculo”. Difícil llegar a un acuerdo con Juan en esto último, el más bien ha tenido experiencias en otros “círculos”, incluso fue invitado a morderlos. Parece que la “circunferencia” la dejo intacta.
     El tramo es bastante sencillo, Juan Carlos se puso en cabeza de pelotón he imprimió buena marcha. Cuando aparecía alguna tachuela, allí estaba el Fernández perdiendo al pelotón. Tardamos en llegar algo más de una hora al aparcamiento. El termómetro del bar marcaba 25 grados, y rondaba la una de la tarde, momento oportuno para visitar la gasolinera y repostar zumo de cebada.
     Casi cinco horas para un recorrido aproximado de ocho kilómetros. Hoy no funcionaron las apps de los móviles. ¿La próxima para cuándo?

FOTO DE FEBRERO




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MONTÓN DE TRIGO
SIERRA DE MADRID, SABADO 20/6/2015
DOS FICHAJES GALACTICOS
     El “florentino del grupo”, Víctor, había fichado a golpe de talonario a Fernando Llopis y a Raúl para la ascensión, causaba baja del sexteto titular, (A. Canales, Julio, Juan, Víctor, J, Carlos y un servidor), mi tocayo Canales, por una lesión.



     Buen día se levantó para poder disfrutar de la naturaleza madrileña, con sol y 17 grados en Móstoles nos desplazamos al punto de encuentro. Habíamos quedado en la cafetería de la estación de Cercanías de Cercedilla, donde pudimos aparcar en el parking de la estación para desayunar, (bollería recién hecha y zumo de naranja) pudimos comprar también pan.

     
     El siguiente paso fue estacionar el coche en frente de Casa Cirilo, hostal restaurante inaugurado en 1930, en la zona recreativa denominada las  Dehesas de Cercedilla. Prácticamente vacío, pudimos elegir sitio, sabiendo que lo estábamos dejando mal, lo dejamos peor, podíamos haberlos utilizados de sauna cuando nos montamos para la vuelta.



    La ruta elegida que iniciamos a las ocho  veinte, con 13 grados, era hacer la ida y la vuelta por el mismo camino hasta llegar al Montón de trigo. Tiempo estipulado 3h 37 m con un recorrido de diez kilómetros y medio.
     
     
Trozo corto de asfalto hasta el segundo aparcamiento donde un vigilante estaba adecuándolo para la llegada de senderistas, nos imbuimos en la calzada romana, pasamos por el puente del Descalzo (alguno se “descalzo” vía rectal, con sonido cuadrafónico). Destacaba el color amarillo de las plantas parece ser que está en peligro de extinción, su nombre: Androsace vitalina. Pasamos una puerta metálica con unos muelles grandes, para seguir por el siguiente tramo de la calzada, me llamo la atención la anchura de la vía, que achaque a que hubiera suficiente espacio para no entorpecerse al encontrarse frente por frente.  Según la Web, la calzada romana fue transformada por las grandes reformas que sobre ella realizó Felipe V en 1722. Data de la época del Emperador Vespasiano, que gobernó entre los años 69 y 79 dC. 
  
     El desnivel no parecía excesivo lo que permitió a los “galácticos” iniciarlo a buen ritmo, dejándome en el “furgón de cola”, si me descuido en vez de hacer la goma acabo en el coche escoba, menos mal que el “bastón del Santo Apóstol” y Víctor tiraron de mi hasta llegar a un cruce de caminos. Ahí confluían la calzada Borbónica, la ruta Schmidt y la carretera de la Republica, era una pradera que denominan Los Corralillos, donde habitan un grupo de vacas y toros capitaneados por un precioso pastor alemán que les mantienen dentro de una linde imaginaria que sirve para las reses y para los paseantes a los que también mantiene a raya.  Llevábamos tres kilómetros a buen ritmo, a una media menor a los treinta  minutos por kilómetro. Momento de pausa, fotos y leer los panales informativos, a de más de saber que desde ese punto a Santiago de Compostela distan 599Km. 
   







        Al contrario que la ruta anterior no habíamos visto a mucha gente, dos o cuatro como mucho, bajando a nadie. En la Pradera se veía más movimiento y se empezaban a ver ya a ciclistas.
     El camino hasta el pico de Minguete ya era otra cosa, el desnivel se apreciaba a simple vista, escasez de arboleda y por lo tanto de sombra. Terminamos algunos con los brazos, el cuello rojo y alguno incluso la frente. Más dureza que lo que habíamos dejado atrás. Los nuevos fichajes tomaron la delantera, sacándome de rueda nuevamente, pequeños descansos para ver el paisaje, para disfrutar del  planear a un ave con amplias alas, pudiera ser un águila perdiguera, o un águila  real que es lo que habita por la zona. También buscar explicación a la sintonía entre las moscas y Juan, que formaron tal simbiosis que bien pudiese haber sido el Señor de las moscas. Lenta subida hasta los 2026 metros de este Pico donde alcanzaríamos el kilómetro cinco del recorrido. Me pensé la posibilidad de esperar tranquilamente sentado la vuelta de los compis. Dudas pocas, solo Juan y yo no entendimos nada,  sobre si comíamos algo o no, lo que aproveche para tomarme un plátano y un trozo de pan y visualizar lo que faltaba. Decidí seguir mientras acabe con las almendras de Juan, caras pero buenas.
    El Pico se me hacía cercano teniendo delante una pequeña bajada que nos situaba a pie del Montón. La “prominencia del Pico” que entiendo es lo que se ve a simple vista aunque este calculada sobre el nivel del mar, era de 177 metros.  La subida se me hizo menos dura de lo imaginado, pese a que la distancia entre Raúl y Fernando la veía eterna. También mi fondo físico ralentiza la marcha. Las tres J (Juan, Julio y Juan Carlos) se situaban entre Víctor y yo. Las piedras más grandes y bien sujetas hacían que el esfuerzo no fuera tan continuado como cuando subes una rampa. El tiempo para colocarte en la mejor posición para sortear el duro granito te daba cierto respiro. De los 2026 del Minguete hasta los 2126 del Montón de trigo mediaba una distancia de 800 metros. Siempre medidos con el “Geo radar de altura”, perdón, con la App del móvil del “Dux”.
     Llegó la hora de tomar un respiro más largo y poder meter algo al cuerpo. Como la experiencia es un grado, las sutilezas anteriores en barritas energéticas se habían convertido en embutido y latas de conserva, además de la joya de la corona. Una bota de vino que ya dicen que es placer de Dioses, lo dirían por Dionisio, dios griego de la uva y el vino, inspirador de la locura ritual y el éxtasis (aquí que cada un intérprete a qué tipo de éxtasis se refiere). Yo, hoy lo relacionaría con la camiseta blanca de la bajada, sin más datos.
 En la bajada hacia la pradera, la concurrencia de senderistas era ya muy similar a la de la ruta anterior, decidimos rodear el pico Minguete en vez de volver a subirlo por su ladera. Camino pedregoso y estrecho, no más de un metro de ancho, con cierto peligro, una caída hubiera sido bastante aparatosa por la larga pendiente. Ya en la pradera, las vacas y los toros, descansaban plácidamente. Las bicicletas de montaña hacían acto de presencia, de forma que al elegir el camino de la republica debíamos ir pendientes de ellos para no estorbarles, la pista forestal hacia el mirador de la Reina les daba alas.
  La bajada por la carretera de la Republica, con escasa sombra pese a estar rodeados de pinos silvestres (de ahí la cantidad de piñas diminutas por el suelo) resultaba sencilla. La fuente de agua, se hacía necesaria.  Estábamos bajo mínimos del líquido elemento. Antes de llegar a ella pudimos disfrutar de una buena vista desde El Mirador de la Reina.





                   
En este punto llevamos recorridos ocho kilómetros.



     Destacaba por su contraste de colores la serpenteante carretera de la Republica, por la cual seguíamos hasta la Fuente de Antón Ruiz de Velasco. Era obvio que había que tomar otro camino o llegaríamos a media tarde al inicio de la ruta. Nada más bajar los escalones formados por troncos que separan la fuente del camino, tomamos un atajo, de los asignados a Schmid. El tal Eduardo era un austriaco afincado en Madrid, cuando en 1926 vio la necesidad de comunicar los albergues que tenía su club en el valle de Fuenfría y en el puerto de Navacerrada, y decidió trazar sendas que los uniese. Así nació el camino que lleva su apellido.
     El atajo era estrecho, las raíces de los arboles trenzaban el camino, muchas de ellas parecían tener vida propia, te enganchaban el pie de apoyo, fruto del cansancio. Prudencia por la pendiente cuesta abajo,  no solo flaqueaban las fuerzas, también la cabeza ponía su cuota de ansiedad, ante la proximidad del final de la ruta. Pero de pronto aparece un ciclista que nos deja boquiabiertos, ¡¡¡subía!!! alguien valoro sus partes nobles en señal de elogio. Pasado este escollo volvimos a estar en Las Bergeas, donde volvimos a cambiar de recorrido al utilizado en la subida, dejamos la calzada romana tomando el camino de la Republica, para pasar por al lado del arroyo Majavilan, el cual dejamos para enlazar con una pista asfaltada y llegar al aparcamiento, al cual obviamos para aposentarnos en la terraja de Casa Cirilo y disfrutar de esos grandes placeres que te da la vida, como es tomarse una copa grande de cerveza fría, bien merecieron la pena los trescientos céntimos.
     Con las vacaciones cercanas, difícil será encontrar fecha adecuada para la próxima escapatoria de Metalica Andante.
   

 DATOS DE LA APP DE VICTOR:
TIEMPO INVERTIDO: 5 HORAS Y 47 MINUTOS
DISTANCIA RECORRIDA: 12.800 METROS (¡¡casi 13 kilómetros!!)
VELOCIDAD MEDIA: Poco más de 27 min. El kilometro     
HIDRATACIÓN: 2,3 LITROS
CALORIAS CONSUMIDAS: 1122
ALTITUD MINIMA: 1406 METROS 

ALTITUD MAXIMA: 2208 METROS


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LA MALICIOSA
SIERRA DE MADRID 30/5/2015
UN URBANITA CINCO HORAS SOBRE LA TIERRA

     Solo un rasgo de inconsciencia puede poner a un cincuentón en el puerto de Navacerrada dispuesto a intentar subir al Pico de la Maliciosa.
     Más de un mes llevaba planificada la visita a una ruta de la sierra madrileña, para disfrutar de la naturaleza, del aire puro y desintoxicarse mentalmente del duro trabajo de la semana.
     Víctor era el artífice y alma mater de este momentazo lúdico. Había que buscar una ruta acta para personas no iniciadas, o sea sé, para mí. El resto más joven, con más experiencia en estas lides y acostumbrados hacer deporte (alguno visitador diario de gimnasio) no tenían ningún tipo de restricción.



     Alguna baja de última hora, compuso un grupo de seis, A. Canales, Julio, Juan, Víctor, J, Carlos y un servidor. El punto de encuentro era en la plaza del pueblo de Navacerrada, a las 7; 45. Los no residentes en Parla llegamos con el tiempo suficiente para tomar un café con una porra. Enseguida salimos hacia el aparcamiento desde donde empezaríamos la ruta.
     Los datos de la red global nos dicen: La ruta declarada de dificultad media tiene un recorrido de 10 kilómetros y con una previsión de tiempo de ejecución de 4 horas. La altitud del pico es de 2227 metros.
     El pico de La Maliciosa es una de las cumbres más emblemáticas de la Sierra de Guadarrama. Está situada entre la zona de La Pedriza al este y el Valle de la Barranca al oeste, quedando aislada al sur de las cumbres de la Cuerda Larga por el Collado del Piornal. La vertiente sur presenta una silueta más escarpada, mientras que su ascensión desde el puerto de Navacerrada pasando por la Bola del Mundo es más suave y tendida.
Ésta montaña también es conocida como "La Monja" por su parecido a un tocado monjeril cuando se encuentra cubierta de nieve.
     Equipados como manda los cánones al uso, buenas botas, pantalones de buen andador, gorra, depósito de agua a la espalda, prismáticos, etc. Evidentemente al único que vi subir y bajar sin la equipación acorde al terreno fui yo, con chándal, como el que va a pasear al jardín cercano a casa.
     Nada más dejar el coche empezamos a subir por una pista con una pendiente no muy pronunciada, dejamos a nuestra derecha una pequeña presa, mientras escuchábamos el sonido, casi bucólico, del cauce de un arroyo que prácticamente casi no abandonaríamos hasta bien entrados en la ruta.
     El tiempo era agradable para iniciar la marcha. Despacio llegamos a la fuente de la campanilla, de la cual puedes hacer uso. Esta entre las piedras con una especie de verja forjada, a través de la misma sale una cuerda que utilizas para hacerla sonar, puedes pedir un deseo. La leyenda no dice si  será concedido. El agua cristalina invita a beber y a hacer un pequeño parón sentándose en sus laterales.




Primera crisis personal, pensé que no podría seguir, pero los ánimos de los compis, me dieron suficientes reaños para seguir. En vez de ir a peor, me recuperé. El devenir de la ruta fue dejando los pinos atrás, y la pista ya olvidada dio pasa a un camino estrecho de tierra y piedras pequeñas. La ruta elegida estaba marcada con dos franjas, una de color blanco y otra de color amarillo, no nos hacía mucha falta, Víctor la había hecho anteriormente y la tenía casi cronometrada.

     Nos cruzábamos con verdaderos atletas que bajaban a un buen ritmo, incluso corriendo. Muy concentrados en donde ponían sus pies, un resbalón con tanta piedra rotura de huesos segura. Comentario jocoso a uno de ellos cuando el ritmo de bajada se me antojaba excesivamente rápido: “Cuidado con los radares, que la G. Civil, puede estar al acecho”, la respuesta con la sonrisa en la cara fue: “no me despistes que me desconcentro”.  Todo el mundo saludaba y era correspondido durante todo el trayecto, que se hace en amplio recorrido con sombra, lo que en plena canícula veraniega se debe de agradecer.
     Empezamos la cabalgada las 8:15, la previsión era que dos horas después  estuviéramos "coronando" el pico. Serian las once menos cuarto cuando llegamos a la planicie desde donde se veía la bola del mundo, por nombre Collado de Piornal, las vacas y los toros pastaban plácidamente sin parecer prestar atención al ajetreo de paseantes en ambos sentidos.

               
     El Pico se veía cercano, nada hacia prever que restase media hora  para trepar a su alto. Despacio siempre, detrás, con más voluntad que fuerza conseguimos llegar a la "meta".







Una vista panorámica permite ver, El Escorial, el valle de los Caídos, varias poblaciones y una gran planicie. En días claros hay quien asegura que se ve la sierra de Gredos.
      Cada uno busco un buen acomodo para reponer fuerzas, chorizo sin pan, nueces, piezas de fruta, barras energéticas y un sin fin de fotos para dar fe del acontecimiento, por lo menos en mi caso. Inimaginable para uno que apuesta por asfaltar las playas, estar cinco horas pisando la madre tierra. Tres horas habíamos tardado culminar La Malacia y tocaba bajar.






  

     El grupo comentaba, el cuidado que había que poner bajando, que es cuando se producen las lesiones. Después de reponer fuerzas el ritmo de bajada era alegre, pero después de pasar la planicie y dejar a tras la manada taurina, el camino nos puso en alerta, resbalones, alguna sentadilla involuntaria nos puso sobre aviso. Dudas en la bajada sobre si volvíamos sobre los mismos pasos, sensación de haber salteado piedras de más volumen en la subida. La marcas que orientan de la ruta, blancas y amarillas nunca las perdimos, ni en la ida ni en la vuelta.
La ligera brisa se agradecía. Cuando estábamos cerca de lo más frondoso del pinar, se vislumbraba una nube con ganas de descargar el líquido elemento. Tuvimos fortuna, en ningún momento se nublo el cielo. Ya cerca del aparcamiento nos detuvimos para ver las vicisitudes de algunos visitantes del parque de Recreo con las tirolinas.
     La vuelta en coche fue menos placentera que la ida, nada más ponernos en marcha, buena granizada. Peor lo llevaba el carril contrario, pinchazo, accidente y caravana. Parada para reponer fuerzas con el Sr. Mahou y a la Nacional. Más granizo a la altura de Torredolones, con un golpe por alcance, justo delante nuestro. Pasada la nube, Madrid al fondo con Lorenzo pegando fuerte.

     Buena mañana, todavía tiempo para disfrutar del fin de semana y descansar. En preparación ya, la siguiente marcha.

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